Nuestra sidra es un producto totalmente natural, elaborado a partir de una minuciosa selección de manzanas autóctonas.
No sirven todas las manzanas para hacer una buena sidra, y a pesar de haber cientos de variedades, sólo unas pocas son las elegidas para tan delicioso néctar.
Al llegar el mes de Octubre comienza lo que conocemos como la temporada de la manzana. Llega la recolección, un proceso en el que los cosecheros después de haber cuidado sus árboles durante las distintas estaciones, van a recoger sus frutos.
Los llevan a los llagares, donde pasarán por un proceso de lavado, una selección, triturado (pasan por una mayadora) y por último el prensado (los llagares).
Los llagares se irán apretando poco a poco para que el mosto, también llamado sidra dulce, vaya cayendo en unos recipientes o tinas y de ahí se pase a los toneles, donde fermentará lentamente hasta alcanzar la densidad adecuada, lo que permitirá efectuar los correspondientes trasiegos con lo que se eliminarán los residuos sólidos.
Al cabo de un cierto tiempo se embotellará la sidra una vez alcanzado el nivel óptimo de acidez y así llegar a los paladares de los consumidores.